Hace cinco años, me encontré sola en mi habitación, sintiéndome desconectada y extrañamente culpable. Después de todo, ¿por qué me sentiría así? Tenía el trabajo con el que siempre había soñado, un matrimonio de más de 19 años, tres niñas hermosas, una casa e incluso una mascota. Sin embargo, estaba perpetuamente cansada, exhausta y abrumada. Quería más, pero ¿qué exactamente? Fue entonces cuando decidí inscribirme en un programa de doctorado, convencida de que la respuesta estaba en hacer más.

Pero la vida tenía otros planes. Después de 19 años de matrimonio, mi esposo y yo decidimos separarnos. Ambos teníamos nuestras razones, pero en el fondo, me atormentaban las preguntas. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué nos había llevado a este punto? ¿Y quién daría la noticia a nuestras hijas? A pesar de nuestro amor mutuo, no fue suficiente, y no podía entender por qué.

Al principio, lo culpé a él por completo. Pero pronto me di cuenta de que estaba equivocada. Esta separación fue solo el comienzo de un viaje profundamente personal que me presentó a una desconocida: yo misma. ¿Era realmente perfecta mi vida? ¿Sabía realmente quién era en el fondo? Me sentía completamente perdida.

Sin otra opción, me volví hacia mi interior. Era aterrador, pero no había vuelta atrás. Antes de este momento crucial, creía que mi vida era impecable. Tenía una falsa sensación de certeza sobre quién era: una mujer que nunca aceptaba un no por respuesta, una incansable alta ejecutora. Pero esta separación me obligó a cuestionarlo todo.

Como terapeuta capacitada, buscar asesoramiento fue mi primer instinto. Aunque ayudó hasta cierto punto, no fue suficiente. Muchos aspectos de mi vida parecían predestinados, y nunca pensé en cuestionarlos. Sin embargo, a través de mi viaje, descubrí cuatro pasos hacia el dominio emocional que satisfarían mis expectativas de éxito, informados por mi formación en diversas disciplinas como neurología, terapia cognitivo-conductual, terapia narrativa, programación neurolingüística, terapia conductual dialéctica, entre otros enfoques, y mi autoconocimiento.

Hacer el trabajo transformó mi relación con mi esposo, impulsó mi negocio, profundizó mi conexión con mis hijas y me permitió abrazar la vida plenamente: viajar, relajarme y perseguir mis pasiones en mis términos.

Como mujer latina, ahora defino el éxito en mis propios términos, libre de agotamiento, estrés y falta de tiempo o energía. Cada día, saboreo momentos preciosos con mis seres queridos y manifiesto los deseos de mi corazón. Es mi sincero deseo que todas las mujeres experimenten este nivel de plenitud y empoderamiento.